LEONARDO Y YO
Cuando la sed agobiaba
Mi alma y encenizaba
Mi saliva, cuando mis ojos
Ya no veían sino desiertos
Y agonía de horizontes vacíos,
Hundí mis sueños
En la ingle de tu cuerpo
Hecho de perlas surgidas
De los calidos mares, y el canto
De las sirenas apacibles
Volvieron a mí, aposentándose
En mi garganta donde tú estabas
Como deseo de mis sueños
Oh Leonardo Corredor
Auriga de otros mundos
Y conductor de las horas
Mortales convertidas
En puro gozo entre tus labios.
(Oscar Portela)
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